miércoles, 28 de febrero de 2007

Solo


Una noche solitaria,
Tendido boca abajo en mi cama,
Pensaba en lo bueno que seria
Conocer a la mujer que me ama.

En la enormidad del Mundo ella se encuentra,
Ya sea en otra Tierra o en esta.
¿Existirá ese corazón que para mi no es de piedra
Y me alegrara en la noche funesta,
Cuando el desespero es fuerte
Y el corazón puede mas que la mente?

¿Será quien yo creo será.
Y que pese al mundo gigante
Se encuentre al tirar de una piedra.
Mi gran amor, futura amante?.

martes, 13 de febrero de 2007

En la noche



Abrí la ventana de mi cuarto para fumar.
Fumo solo los fines de semana, no se porque, pero me gusta mas que fumar todos los días. Me parece que si se torna cotidiano pierde toda la gracia.
Le doy una calada al cigarro.

Es de noche.
No esta totalmente oscuro, se nota que hay luna, pero las nubes no la dejan ver.

Mi ventana da a un corredor, este lleva al fondo de mi casa.
Solo veo una franja del cielo. De unos ocho centímetros de ancho y un metro y algo de largo. Nunca fui bueno para sacar medidas a ojo.

Es una pequeña porción de cielo, pero es mía en este momento. Y es suficiente para mi en este momento.
Pese al disminuido panorama del cielo que veo, me doy cuenta que se aproxima una tormenta. Los destellos en el firmamento la delatan.
Escucho un trueno.

El piso del corredor al que da mi ventana esta echo de mezcla. Lo hizo mi abuelo, creo.
Por unas grietas nacen unas hierbas, esas pequeñas plantas que están en todos lados. Algunas de ellas tienen flores.

Me doy cuenta que hay una brisa porque las hierbas se mueven a su ritmo. Esa brisa no llega a mí.
Afortunadas hierbas.
Mi cigarro se acabo hace ya momentos, en cualquier momento voy a prender otro.

Otro destello, minutos mas tarde un trueno.
Se puede saber si una tormenta se acerca o se aleja si se cuentan los segundos que hay entre el rayo y el trueno. Si cada vez tardas mas en escuchar el trueno que sigue al destello, es porque la tormenta se aleja.
Yo conté, y la tormenta se acerca a mi.

Pasa alguien en una motocicleta, el ruido corta la noche. Es muy molesto.
No me gustan esas motos que hacen mas ruido de lo que andan.

He prendido otro cigarro. Al darle una pitada veo mi reflejo en el vidrio de la ventana que esta a mi derecha.
Le doy otra calada y me acuerdo de la historia de los tres. Esos que compartían un cigarro en la noche, cada uno le daba algunas pitadas y se lo pasaba al compañero siguiendo la ronda. El tercero murió por el disparo de un francotirador.

A mi izquierda tengo el ventilador. Lo tengo ahí porque no quiero que mi cuarto huela a humo. Lo utilizo como extractor, apuntando hacia fuera.
La tormenta esta cada vez más cerca.

Hace unos momentos había un escarabajo negro caminando por la ventana. No se porque le di un empujón con mi dedo; lo tire de la ventana.
¿Será por que quiero estar solo?
No he terminado mi cigarro. Pero ya comienzan a caer algunas gotas de lluvia.
Se empieza a sentir el olor de la tierra húmeda. Ese aroma es inconfundible.

Me falta una pequeña copa de vino para estar completamente a gusto. Pero para eso tendría que ir al barcito en la sala de estar, y despertaría a todo el mundo.
No quiero que eso pase. No quiero hablar en este momento.

Ya termine mi cigarro. Lo apague en el mismo lugar que al anterior. Esto hizo que quedara un círculo negro bastante marcado.
No se porque lo apague justo ahí, si tenia todo el largo de la ventana para hacerlo.

Apague el ventilador, ya no lo necesito y además la temperatura ha bajado.

Las gotas comienzan a colarse por la ventana, son cada vez más copiosas y sin el ruido del ventilador puedo oír toda la cacofonía de ruidos que hacen al golpear objetos de distintos materiales y formas.
Caen sobre la hoja en la que escribo. Algunas golpean mi mano y otras mi cabeza.
Pero no son muchas y las tolero.
Ya no hay tantos truenos.

Ahora si, tengo que bajar la esterilla. Esta lloviendo más fuerte.
Me encanta dormir con lluvia, por eso ahora me voy a acostar.

No me puedo dormir.
Al parecer las gotas de lluvia eligieron una lata como redoblante.

Fui hasta la cocina por un baso de agua. Me quería sacar el gusto a cigarro de la boca.
Me puse a pensar en esas personas que se acuestan y se levantan con un cigarrillo en la mano.
¿Como lo hacen, como no les da asco?
¿Tal vez les da asco pero no les importa?

Desde la cocina puedo escuchar la lluvia golpear las hojas de parra en el patio trasero.
Es un ruido realmente estridente, pero en realidad suena más de lo que en realidad es.

Vuelvo con el vaso de agua. También con dos trufas de chocolate que encontré perdidas en la heladera.

De soslayo veo una araña de patas largas trepando por mi mesa de luz. Me gustan las arañas, pero a esta la aplaste con la palma de mi mano.
Me gustan las arañas, repito. Pero fuera de mi cuarto, mi territorio.

Degusto la primera trufa. Ahora si que no me arrepiento de no haber dejado las uvas.
Me pongo a pensar en todos los reclames de chocolates que he visto, y como en casi todos ellos se pueden ver niños alegres o un gordo convitotes haciendo las veces de maestro pastelero francés.
El chocolate me hace sentir otra vez como un niño. Me encanta.

La lata sigue sonando.
El sueno se torna mas fuerte que yo, pese al ruido de la lata me duermo, y las gotas, los truenos y la lata se tornan en mi arrullo.